Apuntes temáticos

Tema 02.04


El extraño caso del lithops steineckeana

Diciembre de 2012


Esta historia comienza, a principios de la década de los cincuenta del siglo pasado, en un vivero alemán de la ciudad de Luisburgo (en alemán Ludwigsburg), apenas a doce kilómetros de Stuttgart. Más concretamente nos debemos situar en el Vivero Steinecke, donde se identificó por primera vez una "rareza" dentro del género lithops.

Se trataba de unos cuarenta lithops que procedían de la germinación de unas semillas que, casi con toda seguridad, habían sido recolectadas en Namibia. Esas cuarenta semillas se habían sembrado junto a otras muchas. El caso es que, por alguna circunstancia extraña, al contrario que en el resto de los lithops de origen namibio, en este caso no se sabía a ciencia cierta su identificación.

Realmente no se sabía nada acerca de su origen, pero si se conocía que aparecieron en medio de un grupo de lithops perfectamente identificados y originarios del Gran Namaqualand, una zona escasamente poblada y situada al sur de Namibia, justo al lado del Rio Orange, que delimita la frontera natural entre Namibia y República de Sudáfrica. Así que, al menos, se pudo suponer que ese era también el hábitat natural de estos lithops no identificados.

Para intentar confirmar esta hipótesis, lo primero que se hizo fue buscar ejemplares similares en la naturaleza, pero después de una amplia batida por todo el Gran Namaqualand el resultado fue concluyente: ¡no se encontró ni un solo ejemplar parecido a los cuarenta lithops sin identificar del Vivero Steinecke! Por lo tanto, hasta la fecha, no se ha podido determinar su linaje exacto, pero sí se han hecho muchas cábalas.

Después de muchos años de estudio, se observó que todos los lithops descendientes de los cuarenta ejemplares sin identificar del Vivero Steinecke florecían muy pronto, exactamente igual que los lithops pseudotruncatella. También se comprobó que la forma en que se regeneraban las hojas cada año era sumamente parecida a la forma en que se regeneran los lithops pseudotruncatella. Además, da la casualidad de que el hábitat original de los lithops pseudotruncatella coincide plenamente con la región supuestamente originaria de los misteriosos lithops alemanes. Así que rápidamente se concluyó que entre ambas especies tenía que existir una fuerte relación.

Dado que no se habían encontrado en la naturaleza ejemplares como los lithops del Vivero Steinecke, se sospechaba que podría tratarse de un híbrido producido, bien en la naturaleza o bien en algún vivero en Namibia.

Es bien sabido, entre los cultivadores de lithops, que los ejemplares híbridos tienden a ser muy similares a sus madres, así que se llegó a la conclusión, casi generalizada, de que los lithops del Vivero Steinecke procedían de un cruce de dos especies distintas y de que, casi con toda seguridad, el ejemplar que jugó el papel femenino en ese cruce fue un lithops pseudotruncatella.

Pero los lithops del Vivero Steinecke diferían bastante en colores y forma respecto del lithops pseudotruncatella, así que, aun admitiendo que la maternidad estaba sobradamente justificada, faltaba todavía por saber algo sobre quién podría haber sido el padre en aquel cruce que dio lugar al primer ejemplar de esta nueva especie de lithops.

El proceso para encontrar un padre para nuestros extraños lithops fue similar al que se había seguido para encontrar una madre, es decir, se buscaron especies de lithops que procedieran de mismo hábitat natural y que tuvieran ciertos parecidos físicos con los ejemplares que se estaban intentado identificar. Rápidamente se llegó una conclusión bastante plausíble: el padre podía ser perfectamente un Lithops ruschiorum que, en efecto, presenta un indudable parecido físico con los lithops del Vivero Steinecke y también procede del sur de Namibia.

Para confirmar esta identificación de padre y madre se hicieron numerosos experimentos en laboratorios, intentando polinizar ejemplares de lithops pseudotruncatella con polen procedente de ejemplares de lithops ruschiorum. Si de estos cruces se hubieran obtenido plantas idénticas a los lithops del Vivero Steinecke el enigma habría quedado resuelto. ¡Pero no fue así! Las cápsulas de semillas de esos cruces, o bien no contenían semillas, o bien las semillas que producían no germinaban, o bien las plántulas que producían morían rápidamente.

Así que no se pudo concluir con certeza que el padre de los lithops del Vivero Steinecke fuera un lithops ruschiorum. Aunque tampoco se pudo descartar esa circunstancia, porque si bien es cierto que no se había logrado un cruce exitoso entre ambas especies en un laboratorio, sí es posible que ese cruce hubiera tenido éxito, bajo ciertas circunstancias, en la naturaleza, o incluso en algún vivero namibio.

El caso es que algunos botánicos continúan apostando por que el padre de los lithops del Vivero Steinecke bien pudo haber sido un lithops ruschiorum, pero otros piensan que tal vez el papel masculino pudo haber sido jugado por algún tipo de Conophytum. Se han hecho muchos experimentos pero, hasta la fecha, no se ha logrado producir nuevos ejemplares como los del Vivero Steinecke a partir de cruces de especies conocidas.

Uno de estos investigadores, el sudafricano Ernst Eduard Fritz (1919-1986) envió unos cien ejemplares adultos, como de unos cinco años, descendientes de los cuarenta lithops del Vivero Steinecke a Desmond Thorne Cole, el principal especialista en lithops. Y este les asignó el código C388 dentro de su colección y, desde ese momento, esta misteriosa especie híbrida se ha venido conociendo como Lithops steineckeana C388.

Sea cual sea su origen, lo que sí es seguro es que a partir de aquellos cuarenta ejemplares procedentes del vivero alemán se han ido obteniendo sucesivas generaciones de hijos, nietos, biznietos, . . . . y, para mi fortuna, la semana pasada me regalaron un ejemplar procedente de esas cuarenta plantas. Este es mi Lithops steineckeana C388: